El tema
del suicidio siempre fue tema de debate, controversial,
conflictivo e impactante. Días atrás,
en Estados Unidos, varias cadenas televisivas suspendieron
su programación (incluido los canales de dibujos
animados) pasando a transmitir “en vivo”
y en directo el suicidio de un hombre, en una autopista
con un arma de fuego, en medio del caos de tránsito.
Al día siguiente, esas cadenas de comunicación
debieron salir a pedir disculpas a los televidentes.
El suicidio es una de las principales causas de muerte
en la adolescencia, la adultez joven y la senescencia.
En estudios epistemológicos internacionales se
constató que es una de las dos o tres causas
de muerte más frecuentes entre los 15 y los 34
años, y se considera que la tendencia al aumento
de su incidencia podría consolidarse.
El 90% de los suicidas padece uno o más trastornos
mentales en el momento que se quita la vida. Prácticamente
toda las enfermedades mentales presentan un riesgo de
suicidio aumentado (en especial trastornos afectivos,
de personalidad, abuso de sustancias y esquizofrenia)
con las excepciones de la demencia y el retardo mental.
Ello implica que todos los profesionales de la salud
mental deben conocer el tema y poder detectar posibles
factores de riesgo entre los pacientes a fin de realizar
una adecuada prevención. El 60% de los que realizan
un intento o cometen suicidio, consultan a un profesional
3 a 6 meses antes.
Los denominados intentos de suicidio, es decir, acciones
en las que el paciente pone en riesgo su existencia,
son mucho más frecuentes que el suicidio consumado.
Los intentos de suicidio suelen ser más frecuentes
entre las mujeres, mientras que los suicidios consumados
son más habituales en los hombres.
La evaluación de riesgo suicida en un individuo
es una de las tareas más importantes y difíciles.
Esta situación implica una gran responsabilidad
para el profesional interviniente, no sólo desde
el punto de vista legal, ya que las decisiones psicoterapéuticas
y psicofarmacológicas oportunas, pueden determinar
el cese de la rumiación u organización
suicida, al cambiar al patrón psiconeurobiológico.
Los factores que inciden en la aparición de conductas
autolíticas son múltiples. Esto conlleva
la necesidad de considerar distintos aspectos psiconeurobiológicos,
clínicos, familiares y sociales del paciente
en riesgo. Distintas líneas de investigación
se han emprendido a fin de encontrar elementos predictivos
del riesgo suicida.
Muchas veces, un intento de suicidio expresa, ya no
un deseo de muerte, sino que es un recurso extremo a
través del cual el paciente pretende modificar
su situación. Estas “actuaciones”,
lejos de no representar riesgo (como muchas veces se
sostiene frente a intentos suicidas aparentemente “leves”,
por ejemplo, frente a intoxicaciones medicamentosas
sin graves consecuencias), revelan una seria perturbación
psicopatológica e implican un peligro latente.
En efecto, la mayoría de los suicidas registran,
entre sus antecedentes, intentos de autoeliminación
fallidos. Se estiman en 10-20 los intentos por cada
suicidio consumado.
Desde el punto de vista psiconeurobiológico el
sistema serotoninérgico es un de los más
estudiados. Se han documentado importantes modificaciones
en los pacientes con conductas riesgosas y/o suicidas.
Son numerosos los estudios que hallaron niveles de serotonina
y su metabolito, el 5-hidroxindolacético, disminuidos
en el cerebro de grupos de pacientes suicidas, en comparación
con grupos controles no suicidas. Esta falta de regulación
de la serotonina, estaría más relacionada
con el suicidio que con un síndrome o desorden
psiquiátrico específico. También
fueron detectadas alteraciones del funcionamiento del
eje hipotálamo-hipofisario-adrenal, con elevación
de hidroxi-cetosteroides en orina de pacientes suicidas.
Otros investigadores centraron su estudio en los sistemas
noradrenérgicos y dopaminérgicos. Se han
descubierto modificaciones en la densidad de los receptores
beta-adrenérgocos en algunas regiones cerebrales,
en estudios posmortem de pacientes que cometieron suicidio.
El desarrollo de estas investigaciones tienen como objetivo
la determinación de “marcadores”biológicos
fiables que pudieran ser útiles la detección
de pacientes con mayor riesgo de conductas impulsivas
y/o suicidas.
La ingesta de fármacos es uno de los métodos
más frecuentes. En relación a esto último
se ha cuestionado si los antidepresivos o algunos de
ellos son potencialmente “favorecedores”
de este tipo de conductas autoagresivas. En estudios
comparados entre diferentes tipos de antidepresivos,
no fue posible hallar diferencias sustanciales en cuanto
a que determinados fármacos pudieran favorecer
la actuación o aparición de ideas suicidas.
El alto índice de consumo de antidepresivos en
pacientes suicidas, responde a la necesidad de mejorar
su ánimo previamente deprimido. En algunos casos
se presenta la situación que el efecto “disinhibitorio”
precede a la mejoría del humor, por lo tanto,
este es un período en el que el paciente requiere
especial atención.
Entre los factores genético-familiares se considera
que la presencia de antecesores con intentos o actos
suicidas en generaciones inmediatas o lejanas incrementa
la probabilidad de la aparición de conductas
suicidas en un paciente. Las actuaciones suicidas en
relación con las crisis en las relaciones interpersonales
son más frecuentes entre los pacientes adictos
que en los depresivos.
A efectos de prevención y/o evaluación
del riesgo suicida es importante considerar los factores
culturales y sociales que rodean al individuo. Así
como en las grandes ciudades el control social es menor,
también muchas veces el grado de contención
resulta menos efectivo. Los pacientes pertenecientes
a grupos más desorganizados se encuentran más
expuestos, así como los que se encuentran bajo
presión o estrés excesivo con dificultades
personales para su afrontamiento. Es importante considerar
que las conductas autoagresivas son más frecuentes
en individuos sin lazos familiares o afectivos significativos.
Un sentimiento de fracaso en el rol social de una persona
pueda convertirse en un importante factor de riesgo.
Dado que no existen parámetros o predictores
que garanticen la ausencia o presencia de alto riesgo
suicida, su existen familiares o amigos responsables
para administrar la medicación antidepresiva,
ella siempre se indicará. El éxito de
la conbinación de psicoterapia con medicación
antidepresiva, ha demostrado ser superior al placebo
y/o la psicoterapia sola (cuadro 1).
Cuadro
1: Disminución de la recurrencia antidepresiva
con tratamiento interdisciplinario |

|
Debe evaluarse la angustia (la capacidad de tolerarla),
si está agitado o tranquilo, la posibilidad de
controlar sus actos e impulsos, si presenta alucinaciones
o delirios, etcérera.
Todas las amenazas deben ser evaluadas cuidadosamente.
Ante pacientes deprimidos y desesperanzados, es necesario
preguntarles si tienen ideas o fantasías suicidas
y, si éstas están presentes, en qué
consisten y cuales son sus características.
Entre los trastornos psiquiátricos con riesgo
más elevado de suicidio se encuentran:
-depresión y trastornos afectivos mayores,
-alcoholismo
-abuso de sustancias
-psicosis (en especial aquellos que padecen alucinaciones
con mandatos de muerte).
En pacientes que han estado deprimidos y súbitamente
mejoran, es necesario preguntarles por sus ideas de
muerte y/o suicidio. En muchas ocaciones, esta “mejoría
aparente” se corresponde con la decisión
de autoeliminarse. Un paciente esquizofrénico
puede estar seriamente perturbado pero sin alto riesgo
suicida. Sin embargo, un paciente neurótico deprimido
decidido a matarse no manifiesta un grado importante
de perturbación, pero tiene un elevado riesgo
suicida.
Ante un paciente con riesgo suicida se debe adoptar
una serie de medidas que van desde el acompañamiento
permanente y hasta la internación psisquiátrica.
Ante un paciente deprimido con ideación suicida,
pero capaz de dominar, sus impulsos, que cuenta con
una familia continente y capaz de controlarlo las 24
horas (con o sin acompañante terapéutico)
y en condiciones de realizar un tratamiento psiquiátrico
ambulatorio. En estas circunstancias se les explicitará:
-la necesidad de no permanecer solo o ailado;
-sostener sus actividades sociales y laborales habituales
(si es posible);
-que la depresión es una enfermedad y cuáles
son los síntomas, además de los riesgos
que implica;
-la posibilidad de ser tratada;
Se indicará que lo objetos peligrosos se retiren
del alcance del paciente (armas de fuego, objetos cortantes,
fármacos, tóxicos, etc.). Cuando el riesgo
suicida se considere elevado y no haya familiares continenetes
ni garantías para poder efectuar un tratamiento
ambulatorio adecuado, se indicará la internación
psiquiátrica.
El paciente que ha sobrevivido a un intento suicida
y está internado en un servicio clínico,
donde se recupera de su tentativa -cualquiera
que haya sido la vía utilizada (ingesta de fármacos
o tóxicos, armas blancas o de fuego, etc.)-,
debe ser evaluado psiquiátricamente en cuanto
su estado lo permita y entrevistar a los familiares.
Mientras permanece internado y hasta tanto no se descarte
el riesgo de un nuevo intento de suicidio, se indicará
el acompañamiento las 24 hs. en su sala. Si al
personal sanitario le fuera imposible cumplir con la
indicación, se recurrirá a los parientes
o los amigos del paciente. El paciente debe ser controlado
y evaluado permanentemente mientras permanece internado.
Los antidepresivos tienen un tiempo de latencia antes
que se manifiesten los efectos terapéuticos.
Se iniciará el tratamiento psicofarmacológico
en cuanto la evaluación del paciente permita
elegir el más adecuado (cuadro 2). En este tipo
de situaciones, en especial se eligirán los fármacos
de menos toxicidad intrínseca.
Cuadro
2: Acciones farmacológicos y clínicas
de los antidepresivos, en pacientes depresivos |
ANIMO |
COGNICION |
SUEÑO |
ESTIMULACION (arousal) |
Mejor ánimo
Desinhibición
Activación
Sedación |
Mejoramiento
Switch maníaco:
30% bipolares,
10% unipolares
|
� Despertares nocturnos
� REM
› Fase IV
› Perído
la latencia
REM |
Dosis bajas:
‹ Sincronizan
EEG
� Ritmo alfa |
Dosis altas:
� umbral
epiléptico |
Cuando los tratamientos antidepresivos hayan fracasado,
aún cumpliendo todos los pasos terapéuticos,
y la ideación e intención suicida persistan,
se indicará la terapia electroconvulsiva bajo
anestesia general, cuya eficacia es cercana al 70 %.
En este tipo de pacientes con gran impulsividad y compulsión
autolítica, recientes publicaciones describen
resultados alentadores, en pacientes depresivos resistentes
al tratamiento farmacológico, con técnicas
de estimulación magnética transcraneal.
Este tratamiento, que parece ser seguro y efectivo,
deberá aguardar que se compruebe su eficacia.
El riesgo de suicidio es de 13 a 30 veces mayor en una
población depresiva, que en una normal. Se estima
que el 15% de quienes padecen depresión terminarán
suicidándose.
La sobredosis de drogas es un método común
de autoeliminación. En Estados Unidos, el envenenamiento
por antidepresivos tricíclicos, es la tercera
causa más frecuente de deceso relacionado con
sobredosis de drogas (cuadro 3).
Cuadro
3: Indice de toxicidad fatal de los Antidepresivos
(Tomado de Henry, 1995) |
ANTIDEPRESIVO |
ITF (N° de muerte por millón de prescripciones |
Amoxapina
Desipramina
Nortriptilina
Amitriptilina
Imipramina
Trimipramina
Clomipramina
Trazodone
Mianserina
IRSS |
157,2
75,8
51,8
38,9
31,5
13,9
7,3
7,8
4,1
2,0
|
"
Cuadro
4: Efectos adversos en 100 pacientes tratados con
sertralina, durante 6 semanas (50-100mg/día)
(Estudio multicéntrico, Moizeszowicz
y col., 1994, -136-) |

|
|
Sertralina 100 mg |
|
Sertralina 50 mg |
Entre paréntesis:
número de pacientes con 100 mg. que no reportaron
efectos adversos con 50 mg. |
Cuadro
5: Eficacia y riesgos de los fármacos utilizados
para potenciación del tratamiento antidepresivo |
FARMACO
|
EFICACIA |
REPLICACIONES |
RIESGOS |
Litio |
+++ |
+++ |
+ |
Horm. Tiroideas |
++/+++ |
+++ |
+ |
Estimulantes |
+/++ |
++ |
+++ |
Estrógenos |
0/+ |
++ |
++ |
Reserpina |
0/+ |
+++ |
+ |
Buspirona |
+++ |
+/++ |
0/+ |
Pindolol |
+++ |
+ |
+ |
Pergolide |
++ |
+ |
+ |
Eficacia: 0 = ineficaz; + = escasamente
eficaz;
++ = medianamente eficaz; +++ = eficacia aceptable;
++++ = muy eficaz.
Replicaciones: 0 = sin replicación; + = series
de casos apuntan en el mismo sentido; ++ = mediante
ensayos abiertos;
+++ = estudios doble ciego controlados con placebo;
++++ = unanimidad en las conclusiones
Riesgos: 0 = sin riesgos; + = sólo efectos
colaterales menores;
++ = efectos colaterales importantes o riesgos físicos
poco probables; +++ = indicación no exenta
de riesgo importante para la salud del paciente;
++++ = riesgos completamente inaceptables. |
Esto enfrenta al médico con un dilema terapéutico:
indicar a pacientes con predisposición al suicidio
fármacos que puedan usar como arma contra sí
mismos.
La importancia de la seguridad de un antidepresivo no
puede entonces subestimarse. El error inverso es desgraciado:
la depresión más suicidógena es
la no tratada adecuada y enérgicamente.
En este tipo de efectos debe considerarse no sólo
la toxicidad inherente del compuesto, sino también
la posibilidad de que induzca conductas suicidas, hecho
conocido luego de la introducción de los antidepresivos.
La sobredosis afecta principalmente los sistemas parasimpático,
cardiovascular y nervioso central.
La clasificación actual es más abarcativa,
desde el punto de vista de sus mecanismos de acción
es la siguiente:
A) Antidepresivos inhibidores de la monoaminoxidasa
(IMAO)
1. Inhibidores de la monoaminoxidasa AB (IMAO-AB): tranilcipromina.
2. Inhibidores reversibles de la monoaminoxidasa A (IRMA):
moclobemida, taloxatone.
B) Antidepresivos No-IMAO
1. Tricíclicos clásicos, típicos
o convencionales (imipramina, desimipramina, amitriptilina
clomipramina, etcétera).
2. De segunda generación (trazodone, mianserina)
3. Selectivos y específicos
a) Inhibidores selectivos de la recaptación de
serotonina (IRSS): citalopram, fluoxetina, fluvoxamina,
paroxetina, sertralina, escitalopram.
b) Inhibidores selectivos de la recaptación de
dopamina (IRDS): amineptino, bupropión.
c) Inhibidores selectivos de la recaptación de
noradrenalina: reboxetina.
4) De acciones combinadas
a) No selectivos y específicos: venlafaxina.
b) Selectivos y no específicos: nefazodone.
c) No selectivos y no específicos: mirtazapina.
5) De acción serotoninérgica no convencional:
tianeptina.
BIBLIOGRAFIA
1. Moizeszowicz, J.: “Psicofarmacología
IV. Estrategias terapéuticas y psiconeurobiológicas”,
Buenos Aires, Editorial Paidós, 1998.
2. American Psychiatric Association: Manual diagnóstico
y estádistico de los trastornos mentales (DSM-IV),
4º ed. Barcelona, Masson, 1995.
3. Moizeszowicz, J.; Bertoldi, A.; Damigella, L.; Fahrer,
R.; y col.: “Estudio multicéntrico. Eficacia
y tolerancia de la setralina en la depresión
mayor, leve y moderada”, Revista Argentina de
Psicofarmacología, 1 (3): 10-16, 1994.
4. Hyman, S. y Nestler, E.: The molecular foundation
of Psychiatry, Washington, American Psychiatric Press,
1993.
5. Zaratiegui, R. M.: “Diferencias entre IRSS”,
Revista Argentina de Psicofarmacología I (15):
24-9, 1997.
6. Schatzberg AF, Schildkraut J.: “Recent Studies
on Norepinephrine Systems in Mood Disorders”.
En Bloom, F. E. y Kupfer, D. J. Psychopharmacology.
The Fourth Generation of Progress p. 911-20., Nueva
York, Raven Press, 1995
7. Blom, F. E. y Kupfer, D. J.: Psychopharmacology.
The Fourth Generation of Progress. Nueva York. Raven
Press, 1995.
8. Moizeszowicz, J. y Bronstein, R.: Urgencias Psiquiátricas.
Conductas, risgos e intentos suicidas. En Baré,
G. M, Bernarbó, J. y Califano, J., Emergencias
médicas y quirúrgicas, Buenos Aires, Edimed,
1994.
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