SUMMARY
This paper deals with the analysis of different
research conceptions and designs, according to different
areas: I. Human Pharmacology and Toxicology; II. Therapeutic
prescriptions; III. Therapeutic effects; IV. Through
clinical testing.
There is a strongly felt need of universally acknowledged
rating scales for the for the assessment of the effects
psychotropic drugs have on mental diseases. The lack
of experimental models, together with the wide span
of psychodynamic conceptions, overcome-emphasizes the
need of such instrument for evaluates purposes. A review
is made of Patient Data Inventory, Side Effects Detection,
Overhall and Gorham Psychiatric Scales, Hamilton Depression
Scale, Zung Self-Testing Scale, Wittemborn Psychiatric
Scale, Eysenck Personality Inventory, Hamilton Anxiety
Scale, Beck Depression Scale, the “100 mm Test”
and de “d2 test” remarks are made on the
usefulness of non-parametrical ones, requiring a normal
distribution of frequencies and being unfit to operate
in case of nominal and ordinal scales. The author emphasizes
the need to avoid automatic translation of results pertaining
to one population into another different one. Likewise,
standardized classification scales obtained by the physician
through interviews should linked to self-evaluation
scales simultaneously used by patients.
Resumen: El autor describe prolijamente los pasos que
han de seguirse, y los recaudos que han de tomarse,
para poner a prueba los posibles efectos terapéuticos
de un psicofármaco. Se ocupa luego de las principales
escalas y de su evaluación estadística,
para terminar con algunas consideraciones de interés
metodológico.
INTRODUCCION
En muchas áreas de la farmacología es
posible establecer una relación directa entre
los resultados de la experimentación en el campo
animal y la predicción de los efectos farmacológicos
de las drogas en los seres humanos(10, 13). Este postulado
es difícil de cumplir en los psicofarmacología
debido a que:
1) No es solamente una rama más de la farmacología,
ya que al estar estrechamente relacionada con los aspectos
psicodinámicos de la personalidad y con las enfermedades
mentales adquiere una nueva dimensión.
2) No hay en el reino animal equivalentes satisfactorios
para reproducir enfermedades mentales, como son la esquizofrenia
o la depresión.
3) No se puede establecer a qué se deben los
cambios de la conducta animal.
4) No es posible determinar la eficacia de un psicofármaco
si no se lo administra a quien padece la enfermedad
que se trata mediante su aplicación.
Existen numerosos medios para demostrar la forma en
que ciertos medicamentos actúan sobre la esfera
mental, independientemente de la interpretación
psicodinámica que cada una de las diferentes
teorías -ya sean psicoanalíticas, existenciales
u otras- atribuyen a tales acciones farmacológicas.
Aun el placebo, cuya ineficacia farmacológica
puede ser demostrada, se admite como medicamento en
algunos tipos de psicoterapia.
Los tests que se utilizan habitualmente en la valoración
de psicofármacos pueden ser tanto para la experimentación
con animales como aplicables a seres humanos. Dentro
de la experimentación animal se lo puede dividir
en: a) tests farmacológicos y bioquímicos;
b) test de conductas; y c) test electroneurofisiológicos.
En el campo de la experimentación humana se cuanta
con: a) tests sensoriales; b) tests visuales; c) tests
dolorosos; e) test de coordinación y función
motora (por ejemplo rotor de persecución; f)
escalas psiquiátricas y psicológicas (test
de inteligencia, escalas para cuantificar la conducta,
escalas de clasificación o de rating estandarizadas,
realizadas por el médico durante la entrevista,
escalas de automedición o autovaloración,
realizadas por el mismo paciente en el transcurso de
la consulta; g) test psicofisiológicos (frecuencia
cardíaca y presión arterial, respuesta
galvánica epidérmica, pletismografía,
electromiografía, electroencefalografía,
pupilometría; y h) tests estadísticos.
ENSAYOS CLINICOS
Al no haber posibilidades de experimentación
apropiadas en el terreno animal, los efectos psicofarmacológicos
solamente pueden ser evaluados en seres humanos (11,
12). Ello es posible, al igual que con otros medicamentos,
después de haberse comprobado su inocuidad toxicológica
y el margen entre la DL50 y la dosis terapéutica.
Quedan descartadas, de este tipo de ensayos clínicos,
las mujeres embarazadas, aún en el caso que la
droga en estudio no sea teratógena en ninguna
de las 3 especies animales ensayadas. Para estudiar
en clínica un nuevo psicofármaco deberán
seguirse los siguientes pasos:
Cuadro
1: Etapas clínicas en la evaluación
de psicofármacos |
FASE I - FARMACOLOGIA Y TOXICOLOGIA
HUMANA
1) ¿Es el psicofármaco una droga para
seres humanos?
2) ¿Que toxicidad tiene?
- en administración en dosis única
- en administración en dosis repetidas
- en administración en dosis altas progresivas
|
FASE II - BUSQUEDA DE INDICACIONES TERAPEUTICAS
1) ¿Es el psicofármaco efectivo?
2) ¿Qué espectro terapéutico
posee?
3) ¿Qué posibles indicaciones tiene?
4) ¿Tiene nivel tóxico administrándolo
en tratamientos crónicos?
5) ¿Existe farmacocinética humana?
|
FASE III - DEMOSTRACION DE EFECTIVIDAD
1) ¿Es el nuevo psicofármaco mejor,
igual o peor en comparación y/o otras drogas
estándares?
- ¿desde el punta de vista terapéutico?
- ¿desde le punto de vista del margen de
seguridad?
- ¿desde le punto de vista de las indicaciones
clínicas?
2) ¿Qué incidencia de efectos colaterales
posee? |
FASE IV - TESTEO CLINICO AMPLIO
1) ¿Cuál es la mejor manera de administrarlo?
2) ¿Que efectos posee en los sistemas dónde
actúa?
3) ¿Se modifican sus efectos por enfermedades
concomitantes?
4) ¿Qué complicaciones, aún
raras, puede llegar a ocurrir?
5) ¿Qué hechos clínicos pueden
contribuir a aclarar el mecanismo de acción? |
Fase 1: Farmacología y toxicología humana.
La dosis a utilizarse debe desprenderse de los datos
farmacológicos y toxicológicos experimentales.
Esta fase debe demostrar: seguridad/tolerancia, efectos
farmacológicos y la relación entre dosis
y efectos colaterales. El ensayo clínico debe
realizarse con personas que se presten voluntariamente
y/o pacientes psiquiátricos.
La dosis, que puede administrarse en forma única
o repetida, debe suministrarse durante un lapso determinado.
Asimismo, se intentará obtener datos de farmacocinética
con radioisótopos sobre la absorción,
distribución, excreción y metabolismo
de la droga en estudio. Esta etapa debe especificar
el efecto producido sobre el estado de ánimo
y la conducta de los voluntarios y/o enfermos tratados.
Fase 2: Estudios abiertos o simples ciegos.
Los estudios abiertos o simples ciegos en poblaciones
enfermas numéricamente reducidas, deben evidenciar
la eficacia del psicofármaco. En esta fase se
tratará de obtener resultados sobre el espectro
terapéutico: síntomas o condiciones en
relación a los cuales es efectiva la droga en
estudio.
Fase 3: Ampliación en grupos mayores de pacientes
Certificando lo que se comprobó en la fase 2.
La casuística se amplía al intentarse
la obtención, mediante el estudio de mayor información
sobre la incidencia de reacciones secundarias. Los estudios
amplios y controlados en esta fase permitirán
verificar el grado de relación directa existente
entre la droga usada y los efectos secundarios somáticos
y/o psiquiátricos.
Fase 4: Estudio en grandes poblaciones de pacientes
Certificando lo comprobado en fases anteriores. Estudio
de nuevas indicaciones y dosificaciones. Hay diversos
tipos de estudios controlados que pueden realizarse
en forma abierta, simple ciega (el paciente desconoce
qué droga se le administra) o doble ciega (paciente
y médico ignoran la droga en estudio).
En el caso de usar drogas estándares, en lugar
de placebo, es necesario que haya semejanza entre la
“biodisponibilidad” de la droga en estudio
y la comparativa. Es decir, que la absorción
a través del tubo gastrointestinal no se encuentre
influencia por la forma farmacéutica (tableta,
cápsulas, etc.) o por las características
de disolución y desintegración que cada
una de ellas posea por separado (14, 22).
En los estudios cruzados cada individuo recibe un tratamiento,
siendo el paciente su propio control. En enfermedades
crónicas (por ejemplo, artritis reumatoidea)
este tipo de diseño es más razonable,
ya que al suspender el tratamiento el sujeto deberá
retornar a su situación primitiva. En síndromes
de depresión o ansiedad no se puede pretender
que el sujeto retome a su “condición anterior”,
motivo por el cual es aconsejable la aplicación
de criterios comparativos “entre” grupos,
recibiendo cada uno de ellos una sola droga (droga A
vs. droga B).
En experiencia con animales es relativamente fácil
hacer estudios secuenciales, ya que es posible agrupar
a los animales por pares. En clínica es más
difícil agrupar los pacientes por parejas (de
sexo, edad o enfermedad) por la gran cantidad de variables
que sería necesario tener en cuenta (24). El
tradicional método de aleatoriedad empleado para
que el azar se distribuya en proporciones iguales en
ambos grupos de enfermos tratados, resulta ser de difícil
aplicación en estudios comparativos en los que
están involucrados distintas clínicas
y hospitales. El objetivo de este tipo de diseños
multicéntricos (multicentric trials) es aumentar
la población en estudio “sumando”
los resultados que cada centro obtiene por separado.
Algunos investigadores sostienen que los estudios comparativos
con grupos controles no hacen sino complicar los ensayos
clínicos y no brindan más información
que un buen estudio abierto. Este postulado debe tenerse
muy en cuenta para caracterizar correctamente los efectos
de la droga en las primeras fases de investigación.
Los estudios simple o doble ciego son vulnerables a
la crítica en la medida que el paciente o el
médico pueden identificar el fármaco en
estudio por los efectos colaterales. Es conocida, por
otra parte, la denominación de placebo respondedores,
dada a aquellos sujetos que presentan efectos colaterales
aún bajo la administración de placebo.
La adopción de un período de lavado farmacológico,
en el cual no se debe administrar ninguna droga (período
de lavado o washout) es aconsejable, administrando un
placebo con el fin de reducir las variables, antes de
comenzar con el tratamiento propiamente dicho.
Un ejemplo de metodología y diseño para
estudios de psicofármacos es el siguiente: Estudio
Piloto (Fase 1).
Dosis: La que se indica se administra de forma única
(estudios abiertos) o en forma repetida (estudios doble
ciego en comparación con placebo).
Sujetos: Adultos. Quedan excluidas las mujeres embarazadas
o con posibilidad de embarazo y los enfermos con enfermedades
graves. Pueden ser voluntarios normales o pacientes
internados. Los voluntarios deben haber sido sometidos
a un chequeo de salud que evidencie su normalidad y
no pueden recibir concomitantemente ninguna otra medicación.
Lugar: Ubicación adecuada donde los sujetos puedan
permanecer 24 hs.
Investigador: Con experiencia en farmacología
clínica.
Diseño: Dosis única y/o múltiple
con comienzo de dosis elevada y/o baja. Seguimiento
clínico y de laboratorio.
A continuación se referirán las escalas
psiquiátricas y psicológicas como uno
de los medios para demostrar la acción terapéutica
de psicofármacos sobre la esfera mental. En la
última década, tanto en los Estados Unidos
como en Europa, se comenzó a aplicar en el campo
de la psiquiatría una serie de sofisticadas técnicas
computatorias. Diversos estados mentales y psicológicos
fueron codificados, a fin de ser evaluados y permitir
así la búsqueda de una salida “científica”
del campo de las definiciones taxonómicas de
la psiquiatría clásica (2).
En 1959 el Psychopharmacology Research Branch del
National Institute of Mental Health creó,
juntamente con la Food and Drug Administration, la industria
farmacéutica e investigadores psicofarmacológicos,
un programa para la investigación de psicofármacos
y el intercambio de la información en psicofamacología
en los Estados Unidos, que luego se irradió al
resto del mundo a través de la Organización
Mundial de la Salud (6, 15). A través del Biometric
Laboratory Information Processing System (BLIPS) de la Universidad de Washington, se pudo crear un programa
para la investigación de psicofármacos
cuyo objetivo es contar, a través de protocolos
comunes y universalmente aceptados, datos sobre terapéutica
y grados tóxicos de los diferentes psicofármacos
que existen en el mundo, con las variaciones ambientales
propias de cada país. El programa no se limita
solamente a nuevas drogas sino que abarca incluso la
denominada Fase 4, con la evaluación de drogas
ya estándar con respecto a las cuales es necesario
ajustar dosificaciones, cambiar indicaciones o registrar
efectos colaterales.
Cuadro
2: Escalas para la evaluación de psicofármacos
(ECDEU) |
A) BASICAS
1) Inventario de datos personales
2) Planillas de dosificación
3) Planilla de efectos colaterales
4) Resumen de psicofármacos usados
5) Escala de evaluación psiquiátrico
de Overall y Gorham
6) Escala de observación de enfermería
para pacientes internados
7) Resumen de Impresión Clínica
|
B) ESPECIALIZADAS
1) Escala General
2) Planilla de exámenes de laboratorio
3) Escala de depresión de Hamilton
4) Escala de automedición de Zung
5) Escala de autovaloración
6) Escala psiquiátrica de Wittenborn (versión
breve) |
Para tal fin existe una batería de escalas que
se caracteriza por poder ser empleada por diferentes
investigadores y en distintos grupos de pacientes con
un lenguaje común y, simultáneamente,
ser procesada por técnicas cibernéticas.
La aplicación se realizó la Early
Clinical Drug Evaluation Unit (ECDEU). También
en Europa, un grupo de hospitales psiquiátricos,
encabezados por el de la Universidad de Basilea (18),
elaboró escalas de clasificación para
que pudieran ser empleadas por equipos de Alemania,
Australia, Suiza y recientemente en Yugoslavia. Además
se cree oportuno indicar otra serie de escalas que,
a criterio personal también son de utilidad.
Cuadro
3: Escalas para la evaluación de psicofármacos |
1) Escala de personalidad de Eysenck
2) Escala de ansiedad manifiesta de Taylor
3) Escala de ansiedad de Hamilton
4) Escala de depresión de Beck
5) Test de los 100 milímetros
6) Test d2 |
La utilización de los diseños clínicos
y las escalas de clasificación son recursos viables
de evaluación clínica y sin aparatajes
para el paciente, pero que por lo general estresan al
médico. Por otra parte, muchos psicoterapeutas
(además de psiquiatras, psicoanalistas y psicólogos)
de nuestro medio, estimulan que son formas demasiado
crueles de valorar a un enfermo neurótico o psicótico.
Lamentablemente se debe reconocer que para la evaluación
clínica de psicofármacos no se posee en
la actualidad otro recurso. Además, algunas escalas
son suficientemente psicodinámicas como para
poder elaborar diagnósticos y evoluciones psiquiátricas,
donde el rapport cuantificado con el enfermo pasa a
ser, en este tipo de investigaciones, más valioso
que el empleo de la entrevista aislada.
Es realmente sorprendente el poco uso que se da a este
tipo de protocolos en la Argentina y en América
Latina en general. Habitualmente el médico desea
medir todo en lugar de cuantificar apenas lo necesario.
Es mucho más útil un estudio abierto y
un buen protocolo, claro y sencillo, llevado a cabo
semanalmente por el mismo investigador, que el sofisticado
estudio cross-over con un manual de instrucciones. A
continuación se describirán las escalas
que han demostrado ser más prácticas y
operativas.
INVENTARIO DE DATOS PERSONALES
Este inventario es una escala que cubre la historia
clínica psiquiátrica del paciente, además
de los datos sociales y demográficos (15). Se
basa en el trabajo de A. B. Hollingshead, realizado
en 1958 en una comunidad cerrada de los Estados Unidos.
Si bien cabrían comprobar en que medida esta
escala es aplicable en nuestro medio, no deja de ser
interesante ver cuál es la hipótesis que
la sustenta. Posee 3 subescalas: la habitacional, la
ocupacional y la educacional (9). Correlacionando estos
3 ítems se determina el “índice
de posición social”.
La posición social del paciente se obtiene a
través de la determinación del tipo de
familia que le da alojamiento, del trabajo que desarrolla
y de la educación que recibió. Si el paciente
no es el jefe de familia la valoración de estos
ítems se hará de todos modos a través
de este último. En base a estos 3 factores se
determina un score estimativo que refleja la jerarquía
del paciente dentro dela comunidad (cuadro 4). De acuerdo
a cada puntaje, es posible establecer grupos sociales
dentro de la población que se estudia.
El cuadro 5 -de acuerdo con Hollingshead- permite observar
una relación directa entre el grado de neurosis
y las distintas clases sociales. Por otra parte, las
psicosis aumentan a medida que se desciende en la escala
social establecida por este autor.
Cuadro
4: Ejemplo de índice de posición social
(Según Hollingshead) |
Un clérigo graduado en una
escuela secundaria, que vive en un barrio residencial,
se puede computar como sigue: |
FACTOR |
VALOR |
PUNTAJES LIMITES |
SCORE PARCIAL |
Residencia |
3 |
de 1 a 6 |
18 |
Ocupación |
4 |
de 1 a 9 |
36 |
Educación |
4 |
de 1 a 5 |
20 |
Índice de posición social |
74 |
Cuadro
5: Porcentaje de enfermos neuróticos y psicóticos,
en el total de la población psiquiátrica,
según el Índice de Posición
Social de Hollingshead |

|
|
Psicóticos |
|
Neuróticos |
Hay que considerar, asimismo, que los grupos sociales
más altos concurren al psiquiatra, aun por síntomas
neuróticos mínimos, en comparación
con las clases más bajas que lo hacen cuando
la enfermedad ya es manifiesta.
PROTOCOLO DE EFECTOS COLATERALES
Consiste en una serie de preguntas con las cuales se
evalúan los efectos colaterales más comunes
que pueden presentarse durante el suministro de medicamentos
(15). Es importante la dinámica temporal de estos
síntomas, ya que algunos pueden aparecer, decrecer
o aumentar durante el tratamiento.
También es factible comprobar, analizando las
relaciones pre/pos-tratamiento, que los efectos colaterales
pueden deberse al aumento de dosificación.
ESCALA PSIQUIATRICA BREVE DE OVERALL Y GORHAM
Es una escala de psicopatología muy operativa
de 18 síntomas para la evaluación de psicofármacos
16. Posteriormente demostró su utilidad en la
descripción de síntomas psiquiátricos
agrupados. Los síntomas se evalúan desde
0 a 6 (no presente hasta presencia extremadamente seria).
La información se basa en una entrevista cuya
duración es de aproximadamente 20 minutos. Lo
ideal es contar con dos profesionales que realicen la
entrevista y evalúen en forma independiente el
puntaje para el mismo paciente. Para cada uno de los
ítems existe una buena definición operativa
de entrevista. La escala se puede dividir en dos: 1)
Puntaje del paciente obtenido sobre la base de la observación
durante la entrevista. 2) Puntaje del paciente obtenido
sobre la base de la conversación durante la entrevista.
Además, se pueden obtener scores agrupados sumando
los puntajes de los 3 ítems más importantes
relacionados con los diagnósticos como, por ejemplo,
desorganización del proceso mental (ítems
4-12-15), introversión (ítems 3-13-10),
agresividad (10-11-14) y depresión (ítems
2-5-9). Para cada ítem en estudio es necesario
tener en cuenta una serie de indicaciones. Por ejemplo:
La introversión debe entenderse como la inhabilidad
del paciente para describir sus emociones y la del médico
para captarlas. La expresión, tanto de la mirada
como del tono de voz, etcétera, son elementos
que deben ser evaluados en este ítem. La tensión
debe ser percibida por el entrevistador en base a los
signos físicos motores. No debe reflejar el estado
mental de ansiedad, tan comúnmente asociado a
este síntoma. La ansiedad debe evaluarse por
separado en el ítem correspondiente.
La falta de cooperación debe diferenciarse del
concepto hostilidad. La falta de cooperación
se infiere de la calidad de las respuestas obtenidas
durante la entrevista, en tanto que hostilidad significa
el comportamiento verbal del sujeto fuera de la entrevista.
El score total se obtiene sumando los 18 síntomas
valorados de 0 a 6. Es importante alcanzar una homogeneidad
de los denominados factores extrínsecos (edad,
sexo, enfermedades previas, los scores de Hollingshead,
etc.).
En general es conveniente invertir hasta 3 minutos para
establecer la comunicación con el paciente, consagrar
10 minutos a la entrevista no dirigida y 5 minutos a
las preguntas directas. Como se sabe, las preguntas
que se formularán a los pacientes responden por
lo general al siguiente encuadre: “esta entrevista
ayudará a tratarlo mejor”; “¿qué
puedo hacer para ayudarlo?”; “cuénteme
algo más acerca de su enfermedad”.
ESCALA DE DEPRESION DE HAMILTON
Es muy conocida y la más utilizada (7). Cabe
señalar que para la valoración del puntaje
total, no deben tenerse en cuenta los ítems:
6) variación diurna, 7) despersonalización
y fuera de la realidad, 8) síntomas paranoides,
9) síntomas obsesivos; ya que el ítem
Nº 6 sirve para catalogar la depresión y los
3 restantes aluden a problemas que se manifiestan en
forma infrecuente.
Es importante contar con dos entrevistadores que operen
simultánea e independientemente. En el caso de
que la entrevista sea efectuada por un solo profesional,
los scores deben ser duplicados. Cuando los entrevistadores
son hábiles se puede, inclusive, realizar la
escala de a medio punto.
ESCALA DE AUTOMEDICION DE ZUNG
Figura entre las escalas de auto administración
para enfermos con depresión, mejor conocidas
en nuestro medio. Comprende 20 ítems, de los
cuales 10 se expresan en forma positiva y 10 en forma
negativa 25.
Cabe señalar que resulta una escala muy útil
y rápida, no sólo para evaluar los síntomas
afectivos, sino además los concomitantes psicofisiológicos
de la depresión. Se la puede utilizar también
en la medición de los trastornos del sueño.
El índice de Zung se obtiene dividiendo la suma
de los valores en los 20 ítems por el score máximo
posible 80 convertido a valor decimal y multiplicado
por 100. Se considera:
o - de 0.50 = normal (promedio: 0.33)
o 0.50-0.60 = depresión leve a moderada
o 0.60-0.69 = depresión moderada a severa
o + de 0.70 = depresión severa
La escala debe ser tomada en forma dinámica y
así, por ejemplo, en el caso del ítem
5 (“como igual que antes”), debe indicarse
al paciente que responda “cómo comía
antes del test” (cuando era normal). En pacientes
con dieta debe decirse “como sería su apetito
si no estuviera con dieta”. La formulación
del ítem 6 “aún tengo deseos sexuales”
cuando aplicada a un individuo joven debe decir si “le
gusta estar con sujetos del sexo opuesto”.
ESCALA PSIQUIATRICA DE WITTENBORN (versión breve)
Es una escala de 17 ítems de psicopatología
para pacientes ambulatorios, ya que existe una versión
muy extensa para enfermos internados (15).
Escala de personalidad de Eysenck.
Esta escala resulta de mucha utilidad, ya que puede
detectar sujetos con un alto grado de extroversión
o introversión. Con este tipo de personas es
posible ejemplificar en forma eficaz y demostrativa
la acción de los psicofármacos.
Sin embargo, es necesario tener en cuenta que en un
individuo con un alto grado de actividad física
(extroversión), la respuesta a las drogas ansiolíticas
puede, paradójicamente, acentuar la ansiedad.
Presumiblemente, aquellas drogas que interfieren la
capacidad de descargar la ansiedad a través de
movimientos físicos pueden hacer sentir al sujeto
más ansioso. Por otra parte, los pacientes intelectuales
pasivos (introversión) responden en forma benéfica
a la administración de tranquilizantes (4, 5).
ESCALA DE ANSIEDAD MANIFIESTA DE TAYLOR
Teniendo en cuenta que los pacientes psiquiátricos
poseen mayor ansiedad que los normales, resulta una
escala muy operativa. El puntaje oscila entre 1 y 36
con una media de 14 (perteneciendo al tipo de escalas
de auto administración) (23).
ESCALA DE ANSIEDAD DE HAMILTON
Es una escala de 14 ítems para pacientes con
diagnóstico de neurosis de ansiedad que abarca
desde nada hasta presencia muy seria (escala de 5 puntos)
para cada parámetro 8.
La escala de Taylor nos informa sobre el estado de ansiedad,
que puede variar a lo largo del tratamiento, pero no
toma en consideración la intensidad del estado
ansioso. La escala de Hamilton evalúa, la ansiedad
como síndrome y no la ansiedad por sí
sola, motivo por el cual resulta importante la complementación
de las escalas de auto evaluación con las de
clasificación realizadas por la observación
médica. En esta escala se concede igual importancia
a los síntomas somáticos y psíquicos
de la ansiedad. Se trata de un hecho importante ya que
los pacientes ambulatorios acuden al médico clínico
dando preeminencia a las molestias somáticas
de la ansiedad.
Cuadro
6: Diferentes tests estadísticos para la
evaluación no-paramétrica |
ESCALA |
UNA MUESTRA |
2 MUESTRAS |
k - MUESTRAS |
Correlación |
Relacionadas |
Indepen-
dientes |
Relacionadas |
Indepen-dientes |
Nominal |
Prueba binomial
X2 |
Prueba de
Mc Nemar |
Prueba de probabilidad de Fischer |
Prueba Q
de Cochran |
X2 |
Coeficiente de contingencia © |
Ordinal |
Prueba de Kolmogorov-Smirrnov
Prueba de rachas |
Prueba de los signos
Prueba de Wilcoxon |
Prueba de la mediana
Prueba de Mann Whitney
Prueba de Kolmogorov-Smirrnov
Prueba de rachas
Prueba de Moses |
Análisis de varianza de Friedman |
Prueba de extensión de mediana
Análisis de varianzade Kruskal-Wallis |
Spearman
Kendall |
Intervalo |
|
Prueba de Walsh
Prueba de aleatoriedad |
Prueba de aleatoriedad |
|
|
|
Cuadro
7: Método de graficación para la tabulación
cruzada, a doble entrada, en el cálculo de
la mejoría de síntomas |
|
ESCALA DE DEPRESION DE BECK
Esta escala fue construida sobre la base de síntomas
de depresión, comprobados en pacientes bajo terapia
psicoanalítica y brinda entre 4 y 5 posibilidades
de elección a cada sujeto frente a cada uno de
los ítems (20). Asimismo, permite valorar la
depresión como componente de la personalidad
más que en términos de diagnóstico,
como ocurre en el caso de la Escala de Hamilton. La
correlación con la escala de Hamilton es de 0.75.
TEST d2.
Es un test de auto administración para medir
la capacidad de concentración mental del sujeto,
enfatizando la atención visual 3. El test tiene
650 letras semejantes ubicadas en hileras, de las cuales
hay que tildar 3 variaciones de una “d”
únicamente. Dado que la consigna indica “Trabaje
tan rápido como pueda pero naturalmente, sin
errores” puede obtenerse información sobre
rapidez, errores en la marcación y variaciones
de la concentración mental realizada.
TEST DE LOS 100 MILIMETROS
Si bien las escalas de clasificación son por
demás útiles, ninguna de ellas puede efectuarse
en forma rápida. Por otra parte, la valoración
de sentimientos a través de palabras depende
de la comunicación entre paciente y médico.
Requiere además, un lenguaje verbal que puede
obviarse utilizando una escala como la que a continuación
se describe. El test consiste en una línea de
100 mm en uno de cuyos extremos el paciente puede leer,
por ejemplo, “me siento bien” y en el otro
extremo “me siento muy deprimido”. El sujeto
debe marcar con una cruz el segmento de la línea
con el que puede identificar su estado de ánimo.
Como se comprenderá, la realización del
test lleva segundos y permite cuantificar la respuesta
midiendo dicha contestación en milímetros
y valorándola en el transcurso del tratamiento
efectuado 1, 17. Posee una buena correlación
con la escala de Hamilton.
EVALUACION ESTADISTICA DE LAS ESCALAS
Las primeras técnicas estadísticas que
aparecieron en medicina fueron las que partieron de
suposiciones acerca de la población de la cual
se obtenían los parámetros. Este tipo
de técnica estadística se denominó “paramétrica”. Posteriormente,
hubo que analizar las conductas desde el punto de vista
médico. En este tipo de ciencias no es posible
efectuar suposiciones acerca de los parámetros
estudiados, de allí que a la técnica de
distribuciones libres se la denominó “no
paramétrica”.
Las ventajas de este último tipo de análisis
residen en que no es necesario una distribución
normal, permite operar con poblaciones pequeñas
y es útil en las pruebas de rango (A tiene mayor
depresión que B, pero no se puede establecer
al valor absoluto de la depresión de A). Además
es de fácil ejecución. En el cuadro 6
se observa un resumen de la aplicación de este
tipo de pruebas extractadas de las investigaciones de
S. Siegel (24).
Otro tipo muy útil de técnica es la denominada
“tabulación cruzada” mediante la
cual se pueden obtener resultados muy valiosos, pero
que desde el punto de vista de su ejecución es
trabajosa, salvo que se empleen técnicas de computación,
ya que consiste en registrar los cambios del paciente
en columnas de doble entrada 15. Aquí es necesario
analizar la evolución de cada ítem para
cada paciente y para cada uno de los rangos antes y
después del tratamiento (cuadro 7).
En los Estados Unidos, el 75 % de las prescripciones
médicas de antidepresivos y tranquilizantes menores
es efectuado por los médicos durante la consulta
que realizan con pacientes privados. La mayoría
de las investigaciones psicofarmacológicas se
hace en los hospitales. La validez de esta afirmación
puede extenderse a la Argentina. Los pacientes ambulatorios
de hospitales tienden a no cumplir con la dosificación
indicada, como tampoco con la recomendación de
tomar psicofármacos. Los pacientes de consultorios
clínicos privados, si bien evidencian mayor cantidad
de efectos colaterales, muestran una notoria mejoría
clínica con la medicación. Los enfermos
de consultorios psiquiátricos privados presentan
pocos efectos colaterales y menor éxito terapéutico
(19).
De lo dicho se desprende que no basta la mejor valoración
estadística con la famosa p<0.001, ya que
no siempre podemos extrapolar automáticamente
los resultados de una población a otra. A esto
hay que agregar la incidencia de la personalidad del
médico actuante, ya que, como dijo Balint, el
primer medicamento que recibe el paciente es el propio
médico.
Otros puntos que deben tenerse en cuenta, por su posibilidad
de viciar la evaluación obtenida, son los siguientes:
a) experiencia personal del paciente en el consumo de
otras psicodrogas; b) las expectativas puestas en el
tratamiento psicoterapéutico; y c) el nivel de
ansiedad/depresión inicial.
Por ello es que en el caso de pacientes internados resulta
conveniente la administración de escalas de clasificación
médica, en tanto que con pacientes ambulatorios
las escalas de automedición resultan más
rápidas aunque de valor más relativo.
La experiencia indica que es adecuado emplear simple
una escala de clasificación médica y otra
de autovaloración, cuando los controles se realizan
una vez a la semana como mínimo. Además,
finalizado el estudio, se pueden correlacionar ambas
valoraciones (médico / paciente-paciente / médico).
Por supuesto, la batería de escalas a utilizar
en cada investigación -sea con psicofármacos
o sin ellos- ha de variar de acuerdo con el objetivo
de la investigación. Los tests recomendables
en el estudio de pacientes con síndromes depresivos
podrán ser, por ejemplo, los de depresión
de Hamilton y el de autovaloración de Zung, en
tanto que para cuantificar la ansiedad, serán
de utilidad el de ansiedad de Hamilton y el de automedición
de Taylor.
CONSIDERACIONES FINALES
Por supuesto sigue siendo difícil poder integrar
las distintas escuelas psicoterapéuticas, no
solamente en lo que atañe a la evaluación
de psicofármacos para el tratamiento de enfermedades
mentales, sino también en lo que hace al establecimiento
de la correlación y evaluación de la eficacia
de los diferentes tratamientos, tal como estos son realizados
por cada una de esas escuelas por separado.
Es un hecho demostrado, por ejemplo, que las drogas
ansiolíticas disminuyen la ansiedad. Si esta
disminución posibilita una mejor transferencia
entre psicoanalista y paciente -logrando movilizar
el material inconsciente o pre-consciente (teoría
psicoanalítica)- o incide en las respuestas condicionadas
(teoría conductal), es en definitiva un problema
de interpretación psicoterapéutica que
depende de la teoría mediante la cual el terapeuta
establece su rapport con el paciente. Ambos puntos de
vista son criterios operativos. La efectividad del tratamiento
debería comprobarse mediante pautas -como
pueden ser estos tipos de escalas- a través de
las cuales, sin necesidad de teorizar, se llegaría
a un acuerdo metodológico a fin de establecer
comparaciones útiles no sólo para el paciente,
sino también para el médico que está
operando con una teoría.
Si una droga antidepresiva es evaluada por dos psiquiatras
de diferente orientación psicoterapéutica,
sus conclusiones podrán ser similares siempre
que el factor interpretación sea tomado en cuenta
dentro del estudio realizado por medio de las escalas
de clasificación. Vale decir que, comparativamente,
los pacientes del psiquiatra A podrán mejorar
más o menos que los del psiquiatra B, pero el
mejoramiento se alcanzará, en ambos casos, a
través de psicofármacos + psicoterapia.
Por supuesto, en estudios aún más sofisticados
cabría comparar “droga activa vs. psicoterapia”;
“droga placebo vs. psicoterapia”; “droga
activa vs. droga placebo vs. psicoterapia”; para
lo cual se hace aún más necesario este
tipo de definiciones, ya que lo que se intentaría
evaluar con estos diseños, es la eficacia de
los criterios psicoterapéuticos aplicados por
el psiquiatra. La posibilidad de llegar a trabajar en
forma interdisciplinaria (que en este caso, implicaría
hacerlo con psiquiatras de diversas escuelas) y recurriendo
a la comparación de las distintas técnicas
aplicadas, brindaría al médico no especializado
mejor conocimiento y una mayor determinación
de la terapia adecuada para el tratamiento de cada paciente.
Finalmente debemos recordar que el valor numérico
que se obtiene por medio de estas escalas es una impresión
clínica (médico) o una estimación
subjetiva (paciente) que cuantificamos en más
o menos y no una evaluación directa del pensamiento
y las emociones del enfermo que se trata, ya que la
valoración del estado salud-enfermedad depende,
en última instancia, del psicoterapeuta.
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