INTRODUCCION
Desde 1900, época en la que Kraepelin describió
por primera vez la clínica de la demencia precoz,
hasta el día de hoy, en que Crow establece las
diferencias sintomatológicas y neuroquímicas
de las esquizofrenias I y II, sigue siendo difícil
su diagnóstico. El enunciado propuesto por el
DSM IV no alcanza para definir pronósticos ni
conflictos intrapsíquicos, pese a que contribuyó
a sistematizar la enfermedad.
El diagnóstico actual debería incluir
los criterios1 2 3:
1. fenomenológico o sintomático
2. conflictos intrapsíquicos
3. estructural
4. bioeléctrico
5. neuroquímico
6. psicofarmacoterapéutico
Son importantes para poder tratar adecuadamente a los
pacientes psicóticos, ya que el criterio farmacológico
variará según los síntomas sean
en más (productivos), en menos (interfieran en
la sociabilidad y/o los déficit ocupacionales),
agudos (crisis), crónicos (profilaxis), etc.
Aspectos sintomatológicos
Eugen Bleuler (1857-1939) estableció, al igual
que Kraepelin, el diagnóstico de esquizofrenia
basado en los signos deficitarios y no en los síntomas
productivos, o positivos de la actual nomenclatura.
Así, los síntomas patognomónicos
fueron alteraciones en:
1. las asociaciones
2. los afectos
3. el fenómeno del autismo, y
4. la ambivalencia afectiva.
Todos ellos contribuyen a una escisión mental
que separa el enfermo de la realidad. El hijo de Bleuler,
Manfred, agregó a los síntomas anteriores
otros dos:
5. la carga genética por sí sola no es
patológica, siendo necesaria la aparición
de factores estresantes para desen cadenar la enfermedad,
y
6. el paciente es quien “toma la decisión”
de aislarse del mundo social.
Fue Kurt Schneider en 1930, época que hacía
referencia a los diferentes tipos de personalidad, quien
remarcó la importancia de los síntomas
positivos (alucinaciones y delirios) para el diagnóstico
de esquizofrenia.
Estas categorías diagnósticas fueron luego
incluidas en el DSM II y III. De esta forma, el diagnóstico
de esquizofrenia y no de síndrome -como
fue el de Bleuler- incluyó, para la escuela norteamericana,
seis grupos de ítems, de los cuales cinco corresponden
a síntomas positivos y uno solo a trastornos
del pensamiento.
Fue Crow, a partir de 1980, quien correlacionó
las características de los síntomas positivos
con la estructura y neuroquímica cerebral (cuadro
1)4 5
Cuadro
1: Correlaciones clínicas y neuropatológicas
de las esquizofrenias tipos I y II. (Modificado
de Crow) |
|
TIPO I. POSITIVA |
TIPO II. NEGATIVA |
Historia familiar |
Sociopatía |
Psicosis mayores (excluidas psicosis afectivas)
|
Historia demográfica |
Mayor número de internaciones y uso de
psicofármacos |
Hombres mayores |
Estado premórbido |
Labilidad afectiva
Ira
Ansiedad |
Empobrecimiento afectivo
Retardo motor
Déficit cognitivos |
Forma de comienzo |
Agudo |
Crónico tardío |
Respuesta a los neurolépticos |
Buena |
Regular o mala |
Daño cerebral |
Químico: Dopamina alta |
Estructural: ¿Daño neuronal irreversible? |
Predicción crónica |
Déficit social |
Déficit ocupacional |
TC, RMN, PET, FPC, MCC |
¿Normal? |
¿Alterada? |
Las recientes investigaciones neurofisiológicas
sobre esquizofrenia tienden a dar, a la diferenciación
hecha por Bleuler, un renovado interés. La modificación
de que los síntomas primarios podrían
ser entendidos como un disturbio básico del proceso
de información y de integración cognitivo-funcional.
Por lo tanto los delirios y las ideas paranoides podrían
considerarse disfunciones cognitivas.
El delirio es, esencialmente, una equivocada e ilógica
manera de pensar, y las ideas paranoides podrían
entenderse como el resultado de focalizar la atención
en donde otros verían aspectos intrascendentes.
Aún la alucinación ha sido entendida desde
la teoría del procesamiento de la información.
Última- mente se ha centralizado el estudio de
la esquizofrenia en estos dos aspectos deficitarios:
atención y procesamiento de la información.
También estas disfunciones se interrelacionarían
con otros centros que coordinan la atención,
según la localización del estímulo
visual y el lenguaje.
Se acepta que para una normal cognición se requiere
una adecuada interacción entre el procesamiento
del estímulo actual y la memoria almacenada de
estímulos previos: información contextual
(espacial y temporal), activación controlada
y apropiada del material almacenado, variabilidad de
respuesta, etc.
La función de hipocampo parece particularmente
relevante para el modelo de cognición, ya que
contribuirá al establecimiento de relaciones
entre estímulos: espacio-tiempo,adentro-afuera,
actual-pasado, etc.
Una implicancia terapéutica de estas conclusiones
sería la siguiente: si el delirio esquizofrénico
es secundario a un trastorno básico del proceso
de información, es posible encontrar drogas que
corrijan el delirio sin influir sobre el trastorno básico.
Desde que el efecto antidelirante de los antipsicóticos
es correlativo al bloqueo de D2, es pertinente afirmar
que la hiperactividad dopaminérgica está
asociada al delirio, pero no al trastorno básico
del proceso de información.
Sería interesante, entonces, buscar un tratamiento
que actuara en ambos niveles y que corrigiera ambas
situaciones, primaria y secundaria.
Se ha dicho que la esquizofrenia no debe ser entendida
como una entidad homogénea, sino como un síndrome
que puede incluir complejos variables en cuanto a su
etiología y fisiopatología.
Ningún factor etiológico aislado pudo
ser considerado como necesario y/o suficiente.
Existen muchos hallazgos anatómicos y morfológicos
relacionados con esta enfermedad.
1. Reducción del volumen craneal total.
2. Reducción de los lóbulos temporales,
frontales, cerebelo (especialmente el vermis).
3. Atrofia de los ventrículos (3º y laterales),
a veces en la fase temprana de la enfermedad (en especial
en el tipo II).
4. Atrofia de áreas corticales, frontales y/o
temporales.
5. Anormalidades neuronales:
a) densidad reducida en zonas corticales, compensada
por un aumento de la glia, y
b) alteraciones a nivel de las células piramidales
del hipocampo.
Todas estas alteraciones no se encuentran en todos los
pacientes y en algunos de ellos, ninguna de éstas
está presente. La evidencia más clara
parece ahora centrarse en el hecho de que muchos pacientes
esquizofrénicos sufren de un defecto en el desarrollo
cerebral, lo cual puede deberse a un solo factor, el
genético, por ejemplo, o quizás más
frecuentemente a una combinación o a una interacción
entre factores genéticos y ambientales.
Las anormalidades morfológicas son más
frecuentemente observadas en las formas simples, hebefrénica
o desorganizada. Éstos son subtipos de enfermedad
esquizofrénica caracterizados por un pobre funcionamiento
premórbido, comienzo precoz, síntomas
negativos y respuesta antipsicótica insatisfactoria
(tipo II). Las anomalías morfológicas
son menos frecuentes en la forma paranoide, con mejor
funcionalidad premórbida (tipo I).
¿Qué implicancias tienen estas alteraciones
morfológicas en relación con el tratamiento,
y en el posterior curso de la enfermedad esquizofrénica?
Probablemente la implicancia más obvia sea el
signo negativo. Por el momento no existen medios de
recomponer defectos innatos en el número de neuronas
y / o sus conexiones.
Estas alteraciones ponen un límite a las posibilidades
de mejoría funcional, que se puede obtener con
medidas farmacológicas u otros tipo de tratamientos
biológicos o psicosociales. Este techo que representa
groseramente, el funcionamiento premórbido del
paciente, puede progresar en distintas direcciones,
teniendo en cuenta otros factores concomitantes que
influyen sobre él.
La educación, el entrenamiento asertivo, el abordaje
psicoterapéutico, etc., pueden compensar, en
cierta medida durante bastante tiempo, lo que por otro
lado no podemos ignorar: que en muchos casos, tal vez
la mayoría, el defecto es progresivo llevando
a la atrofia cortical.
Sabiendo que un adecuado abordaje de la enfermedad puede
retardar o detener el efecto progresivo, es muy importante
instituir el tratamiento tan pronto como sea posible.
Hay indicadores que demuestran que el tratamiento iniciado
precozmente se asocia a una mejor respuesta aguda y
a un mejor pronóstico a largo plazo.
Sin embargo, este hecho tampoco es inequívoco:
hay pacientes con comienzo insidioso, progresivo deterioro
e inherente mal pronóstico, que pueden responder
favorablemente al tratamiento en el largo plazo; mucho
más que pacientes con comienzo agudo, dramático
en los cuales esperaríamos mejor pronóstico.
Existe otro aspecto importante referido a la progresión
de la esquizofrenia: ¿podríamos prevenir
la progresión del defecto primario actuando terapéuticamente
en el período comprendido entre el nacimiento
y la maduración cerebral?
La evidencia señala que una adecuada estimulación
temprana puede modificar estructura y función.
Hay una positiva correlación entre la riqueza
y la complejidad del ambiente en el primer período
de vida y la capacidad final del complejo desarrollo
cerebral, no solo funcionalmente sino también
morfológicamente.
Entonces, es razonable asumir que el defecto primario
de la estructura y funcionamiento cerebral en los niños
pre-esquizofrénicos, los lleve a tener una pobre
interacción con el ambiente y a una menor estimulación
positiva de éste, llevándolos a un círculo
vicioso con efecto negativo sobre la maduración
cerebral. Esta consecuencia podría prevenirse
con un ambiente emocional, cognitivo, e intelectualmente
rico, antes de que el cerebro alcance su complejo desarrollo;
llegado a este punto ya es tarde. Esta no es una idea
novedosa, lo que tal vez sea novedoso es el hecho de
que el contexto influya a un nivel más profundo,
el morfológico.
Las nuevas versiones del DSM IV y del ICD-10 incluyen
la presencia de síntomas negativos para el diagnóstico
de esquizofrenia:
1) delirios
2) alucinaciones
3) desorganización al hablar
4) conducta catatónica
5) síntomas negativos (embotamiento afectivo,
alogia y pérdida volitiva)
El tiempo de duración de los síntomas
se acortó a un mes (cuando antes se exigían
seis) y aún a menos, si los síntomas han
sido tratados satisfactoriamente. Actualmente, en el
DSM IV se exigen dos ítems para hacer el diagnóstico
de esquizofrenia, y uno solo si los delirios o las alucinaciones
auditivas, son bizarros.
Los síntomas positivos, negativos y mixtos pueden
agruparse como síndromes, como se observa en
los cuadros 2, 3 y 4. Las escalas que evalúan
los dos tipos de síntomas, han podido demostrar
que los pacientes esquizofrénicos poseen mayores
puntajes de síntomas positivos y negativos que
los enfermos maníacos y los depresivos. Esto
sustenta la hipótesis de que es muy difícil
atribuir síntomas específicos a un determinado
desorden psicótico. Síntomas delirantes
y alucinatorios se presentan en enfermos maníacos
y síntomas negativos aparecen en pacientes depresivos6.
Cuadro
2: Síntomas positivos de la esquizofrenia
tipo I |
A) Uno de los siguientes síntomas
predomina:
(La severidad se considera según la persistencia,
frecuencia y efectos sobre el estilo de vida). |
1. Alucinaciones severas dominan el
cuadro clínico.
2. Delirios severos (persecutorios, hipocondríacos,
etc.).
3. Alteración marcada del pensamiento abstracto.
4. Conductas bizarras y desorganizadas. |
Cuadro
3: Síntomas negativos de la esquizofrenia
tipo II |
A) Uno de los siguientes síntomas
está presente en forma marcada: |
1. Alogia (falta de espontaneidad
y fluidez en el pensamiento y la conversación).
2. Anhedonia (pérdida del placer, escaso
contacto social).
3. Embotamiento afectivo (falta de fluidez para
expresar emociones).
4. Pérdida volitiva (pérdida de la
habiliad para empezar y terminar las tareas. Apatía,
anergia).
5. Déficit atencional. |
Cuadro
4: Síntomas de la esquizofrenia tipo mixto
(Andreasen) |
Se incluye en esta categoría
a pacientes que: |
1. No encuadran en los criteros del
tipo I o positiva.
2. No encuadran en los criteros del tipo II o negativa.
3. Tienen criterios de ambos tipos. |
PRONOSTICO
¿Se puede advertir, a la luz de estos conocimientos,
a los miembros de la familia -de modo temprano-
que deberán organizarse para cuidar del enfermo,
que tendrá dificultades para obtener trabajo,
ganar dinero, ser independiente y relacionarse con amigos?
Si no se aplican las alternativas farmacológicas
(ya que las sociales aquí no se tratan), la respuesta
es afirmativa, y aun el alivio sintomático en
beneficio del enfermo, la familia y la sociedad no implica
una garantía de adecuación sociolaboral.
La combinación de trastornos “esquizofrénicos
menores” (esquizotípicos, esquizoafectivos
y fronterizos) con patología de los grupos marginales
(abusadores de sustancias adictivas, sociopatia de los
“sin casa” (homeless) con y sin agresividad)
será la regla.
CARACTERISTICAS DEL TRATAMIENTO CON ANTIPSICOTICOS
A diferencia de otras medicaciones que se administran
a pacientes con integridad de su aparato psíquico
y comprenden la importancia de su curación, los
antipsicóticos deben darse a quienes padecen
patología psíquica y pueden no comprender
dicho acto. De allí la importancia de responsabilizar
también a la familia, de la administración
de los antipsicóticos, ya que el objetivo es
la evitación de la recidiva de la enfermedad,
causa de los incrementos del deterioro neurocognitivo.
RELACION CON LA FAMILIA DEL ENFERMO ESQUIZOFRENICO
Existe consenso de que el tratamiento combinado de psicoterapia
y farmacoterapia tiene mayores posibilidades de éxito
que cualquiera de las dos modalidades por separado.
Es frecuente que el paciente psicótico que concurre
a la consulta no se sienta egodistónico en relación
con el delirio. En cambio sí lo está,
para otros aspectos que lo obligan a solicitar ayuda
psicológica.
Es común que el paciente psicótico sea
traído por otros, en los intervalos intercrisis.
Muchas veces, en entrevistas preliminares o ya iniciada
la psicoterapia, los contenidos delirantes aparecen
asociados a otros que, hasta ese momento no eran reconocidos
como tales. Entonces, empiezan a ser rechazados por
el paciente los pensamientos que subyacen a ciertas
conductas, vistas como bizarras por el observador.
En realidad no son delirios clásicos, pero despiertan
rechazo por el paciente, especialmente cuando traen
consecuencias en su desempeño laboral o bien
se convierten en motivo de continuos y prolongados análisis
en la psicoterapia, debido a la constante asociación
con otros contenidos.
Es en realidad, por este reconocimiento y, a partir
de otras ideas, que se puede reconocer algo diferente
de la certeza, certeza que siempre acompaña al
delirio en las psicosis.
Ser consciente podría considerarse como un proceso
psíquico que permite reconocer las sensaciones
subjetivas del medio exterior o interior a través
de los procesos mnémicos. En el psicótico
este proceso falla. La cantidad de estímulos
subjetivos (del medio externo o interno) no permite
discriminar cualitativamente dichas sensaciones a través
de palabras, que puedan ser asociadas por la memoria.
Dado que este proceso puede llevar mucho tiempo, resulta
más efectivo medicarlo que realizar el intento
de interpretar un delirio, ya que éste carece
de carácter simbólico que, como dice Lacan,
implica la pertenencia a una cadena significante.
Es el sujeto psicótico quien dice que su delirio
tiene significación; por eso es conveniente no
intentar, en los momentos agudos, su comprensión,
ya que es lo que, en forma permanente, realiza el paciente.
Es aconsejable comunicar a la familia cuál será
el proceso terapéutico que se seguirá
de acuerdo con la fase en que se encuentre el paciente:
1) Fase aguda o de brote
2) Fase subaguda o de recuperación
3) Fase crónica o de remisión
4) Fase de recaídas o rebrotes
5) Fase residual.
Con respecto a la medicación, los familiares
responsables deben ser informados (en menor grado el
enfermo) de que los neurolépticos producen:
a) Sedación
b) Síntomas anticolinérgicos (boca seca,
constipación, etc.)
c) Síntomas endocrinológicos (galactorrea,
amenorrea)
d) Síntomas musculares (calambres, rigidez, inquietud)
e) Disquinesia tardía (ante la posibilidad de
que los neurolépticos se administren durante
lapsos prolongados)
f) Tiene un costo económico, por lo prolongado
del tratamiento.
Finalmente, se insistirá en afirmar que la esquizofrenia
es una enfermedad como cualquier otro padecimiento somático,
cuyo origen se desconoce, pero que existe una predisposición
transmitida, posiblemente de origen neuroquímico,
a la que se le agregan factores estresantes que el paciente
no pudo resolver adecuadamente a nivel personal, familiar
y social, durante la búsqueda de su independencia
e identidad adolescente.
BIBLIOGRAFIA
1 Moizeszowicz J. Psicofarmacología
Psicodinámica III. Nuevos enfoques clínico
terapéuticos, Buenos Aires, Paidós, 1994.
2 Moizeszowicz J. “La psicofarmacología
como parte del proceso psicoterapéutico”,
Revista el campo de las terapias, 3: 16-20, 1992.
3 Moizeszowicz J. “Actualización
en psicofarmacología”, Vertex, Revista
Argentina de Psiquiatría, 2: suppl. 1, 1991.
4 Crow, T. J. “Positive and negative
schizophreniea Symptoms an the roles of dopamine”,
British J. Psychiatry, 139: 251-254, 1981.
5 Crow, T. J. “Two syndroms in
squizophrenia?”, Trenes Neurosci., 5: 352-354,
1982.
6 Andreasen, N. “Schizophrenia:
Positive and Negative Symptoms and Syndrome” Modern
Problems of Pharmacopsychiatry, 24: 1-210, 1990.
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